Cultura

Historia del acero en Venezuela

La importancia del acero y de la industria metalúrgica la palpamos diariamente en nuestro hogar. Su presencia en nuestro bienestar y en el desarrollo del país es incalculable. Está en la industria de la construcción y en los sistemas de distribución que llevan el agua, el gas y la electricidad a nuestros hogares; en la industria aeronáutica, naviera, industria automotriz, ferroviaria, petrolera agroindustrial y minera. En Venezuela, la historia del acero se remonta a 1740 con las primeras experiencias en la explotación de minerales en Venezuela. En esta época, según los datos históricos, los colonizadores comenzaron a estimular la extracción de minerales en los suelos de Guayana.

Partiendo de los datos recogidos por Gregorio Espinosa de los Monteros, Gobernador de Guayana en esa época, los capuchinos, originarios de Cataluña, España, ubicaron por primera vez, en 1743, una mina en la Serranía de Santa Rosa, en las cercanías de Upata. Más tarde, en 1750, comenzó a operar una forja catalana ubicada en las proximidades de Ciudad Bolívar, que funcionó por varios años. Los principales yacimientos de hierro del país, los cuales constituyeron la base de nuestra producción de acero (hierro combinado con carbono) fueron localizados en 1926 por un señor llamado Simón Peñero, cuando buscaba piedras pesadas, para utilizarlas como lastre en un barco que transportaba ganado desde Upata hacia los Estados Unidos. En esta búsqueda, Peñero exploró dos cerros: La Parida y El Florero, hoy conocidos como Cerro Bolívar y El Pao, los cuales albergaron una de las mayores riquezas mineras de Venezuela. Acero venezolano La tenencia de importantes yacimientos de hierro, energía abundante y económica y un mercado cada vez más amplio, confirmaba que Venezuela tenía las condiciones necesarias para convertirse en un productor de categoría mundial. Así, a los hechos históricos anteriores y a la visión de país del momento, se une otro acontecimiento que marcó el desarrollo industrial de nuestro país y la era moderna de la historia siderúrgica de Venezuela, se funda en 1948, la empresa Siderúrgica Venezolana, Sivensa, que lleva a cabo la primera colada* de acero venezolano en sus instalaciones de Antímano en 1950, empresa que posteriormente se conocería como Siderúrgica del Turbio S.A, Sidetur, empresa privada nacional. En 1953 el estado venezolano comienza la instalación y construcción, de una planta siderúrgica en Guayana, que vació su primera colada en 1962; instalación que en 1964 sería constituida por la Corporación venezolana de Guayana como la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR).

En 1997, después de dos años de entrar en vigencia la Ley de Privatización en Venezuela, Sidor pasa a manos del Consorcio  Amazonia e inicia su transformación para alcanzar estándares de competitividad internacional equivalentes a los de los  mejores  productores de acero en el mundo, según reza en la historia de la empresa. Ambas empresas Sidor y Sidetur se  enfocaron en diversificar sus líneas de producción y centraron sus actividades en el área siderúrgica y metalmecánica para  pabricar y comercializar sus productos hacia los mercados nacionales e internacionales.

En mayo de 2008, bajo el nuevo modelo de desarrollo productivo integral de la industria venezolana, el presidente Hugo  chávez Frías decreta la nacionalización de Sidor y en 2012 se decreta la adquisición de Sidetur, hoy Complejo Siderúrgico Nacional.

El objetivo de estas dos medidas es proporcionar al pueblo el acceso a los productos y materiales derivados del hierro, tales como cabillas, vigas, barras, mallas cerchas, ángulos, pletinas, entre otros, con el fin de contribuir con el desarrollo de la cadena productiva del sector Siderúrgico Nacional, así como también el sector de la Construcción y Metalmecánico.

Hoy, en manos del pueblo, la producción y comercialización del acero venezolano está engranado al tejido industrial venezolano, en un modelo productivo más humano que ha garantizado su acceso y mejorado la calidad de vida de nuestro pueblo, a través de viviendas dignas; además de consolidar la soberanía e independencia productiva.